Un mundo laboral que no se adapta, se queda atrás
Alejandro Arévalo
Hablar de inclusión no es una tendencia. Es una urgencia.

Inclusión de personas con discapacidad: una tarea de todos

Hablar de inclusión no es una tendencia. Es una urgencia.
Y no solo por justicia social, sino porque el mundo laboral no puede permitirse seguir ignorando al 15% de la población mundial que vive con alguna forma de discapacidad.

En Scouty trabajamos todos los días con candidatos que tienen el talento, la preparación y las competencias. Pero también con barreras invisibles —y muchas veces evitables— que las empresas, los procesos de selección y las dinámicas laborales aún no han derribado.

Este no es solo un blog sobre discapacidad. Es un llamado a cambiar la manera en que entendemos el talento.

¿Por qué sigue habiendo una brecha?

A pesar de los avances en políticas públicas y discursos institucionales, la brecha de inclusión sigue siendo profunda. ¿Por qué? Porque no se trata solo de tener una vacante abierta o de cumplir una cuota legal.
Se trata de repensar cómo diseñamos el trabajo. Desde el lenguaje de una oferta hasta las herramientas de entrevista. Desde la accesibilidad de la oficina hasta la forma de liderar equipos diversos.

En muchos casos, la exclusión no es intencional. Es estructural.
Y por eso, el compromiso tiene que ser activo. No basta con “estar abiertos”; hay que generar condiciones para que el talento llegue, se quede y crezca.

Para las empresas: ¿están preparadas para recibir talento que no se ve igual?

Contratar personas con discapacidad no es un favor. Es una decisión estratégica.
Diversos estudios muestran que los equipos diversos toman mejores decisiones, resuelven problemas con más creatividad y reflejan mejor a los clientes que atienden. Pero para llegar ahí, hace falta ir más allá de la buena intención:

  • Evaluar sesgos invisibles en las entrevistas.
  • Adaptar canales de comunicación a distintas condiciones sensoriales o cognitivas.
  • Ofrecer acompañamiento real, no solo en el ingreso, sino durante toda la experiencia laboral.
  • Entrenar a los líderes para que gestionen la diversidad sin temor ni condescendencia.

Una empresa inclusiva no es la que contrata por cumplir. Es la que entiende que cuando una persona con discapacidad crece dentro de su estructura, todos crecen con ella.

Para los candidatos: merecen un proceso que los reconozca como profesionales

Desde Scouty, también hemos escuchado la otra cara:
Candidatos que no mencionan su discapacidad por miedo a ser descartados. Profesionales que tienen que sobreexplicar por qué sí pueden hacer un trabajo para el cual están plenamente capacitados.
Esto debe cambiar.

El talento no tiene una sola forma de presentarse.
Y aunque entendemos los temores, desde nuestro rol como reclutadores tenemos la responsabilidad de crear entornos donde los candidatos sientan que pueden mostrarse tal cual son —y aún así ser valorados por lo que aportan.

En Scouty, nuestra forma de hacerlo es muy concreta: procesos accesibles, entrevistas humanas y un acompañamiento que no termina cuando se firma el contrato.

El reto es colectivo

Empresas, reclutadores, líderes, equipos. Todos somos parte de este sistema.
Y si no tomamos decisiones activas para volverlo más justo, diverso y accesible, seguirá reproduciendo desigualdades que no se justifican en 2025.

No estamos hablando solo de responsabilidad social. Estamos hablando de sostenibilidad. De competitividad. De reputación.
Y sobre todo, de humanidad.

El futuro del trabajo será diverso o no será.
Y quienes no se adapten a esa verdad, simplemente estarán construyendo organizaciones incompletas, incapaces de ver todo el talento que tienen frente a sus ojos.